Mamá

En nuestro rincón del paraiso caminábamos por bosques y quebradas y llegábamos una y otra vez a la Torre Eiffel caribeña.

No había camino al que no me siguieras, cruzando por los aires y el mar.

Cuando te sentías sola, explorábamos los encantos del Oeste, sus aguas, el Santuario y conquistábamos los cerros de la Cordillera entre la neblina de la lejanía rural.

Y tarde en la noche escuchabas mis tribulaciones sentado en la encimera de la cocina.

Tú con tu chocolatito nocturno de costumbre.

Siempre ando no muy lejos de ti y de nuestro rinconcito del paraiso;

Todavía caminamos en este mundo donde me enseñaste el Credo y el Rosario,

Donde nos transportabas en tu Nativa verde con Laura Pausini a todo volumen.

Nunca la soledad te encontrará porque juntos Dios nos puso a caminar,

mamá…

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